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¿Cómo se creó ZPOS?

 

Marisol van der Linden (cofundadora y presidente)

Yo nací en la isla de Bonaire y desde 1990 vivo en Holanda. Mi crianza fue cristiana, pues en Bonaire de pequeña solía ir con mi madre a la iglesia. Las clases de la escuela dominical me parecían muy interesante y participé activamente en los servicios de la iglesia. Al estar yendo a la iglesia comencé a conocer a Jesucristo. También en Holanda participé activamente en los servicios. Debido a que me dedicaba a buscar a Dios, Él se me reveló y comenzó a hablarme. Me dijo que yo debía liberar esclavos. Pensé: “¿Esclavos?”. A pesar de que no entendí muy bien el mensaje, seguí buscando más explicación y confirmación de Dios. Más tarde comprendí que la trata de personas o la trata de mujeres es una forma de esclavitud moderna.   

En Holanda he seguido varios estudios y cursos, y en 2005 comencé a estudiar Derecho en la escuela de La Haya de formación profesional de nivel superior (HBO), Haagse Hogeschool. Durante mis estudios he adquirido experiencia laboral en el Servicio holandés de Inmigración y Naturalización. Yo he atendido por teléfono a mujeres víctimas de la trata de mujeres que querían presentar una solicitud para la regulación B8. Estas mujeres se encuentran en una posición muy aislada por ser víctimas de prostitución forzada. Por eso que escribí mi tesina sobre la trata de mujeres (prostitución forzada) en Holanda, y mientras que la escribía comprendí mi llamada.

En 2009 completé con éxito mis estudios de Derecho. Yo me he especializado en el ámbito de Derecho Europeo e Internacional. Después de haber completado mis estudios he tenido varios trabajos de asistente legal. Además de eso, hago trabajo voluntario desde septiembre de 2009. Desde entonces que he estado comprometida y trabajando en el área de los derechos humanos.  

Cada mujer es especial y cada mujer tiene el derecho a ser amada y ser tratada bien. Mi deseo es de mejorar la posición de las víctimas de la trata de mujeres, brindándoles asistencia jurídica, una ayuda económica por única vez, atención espiritual y en el futuro ofrecerles refugio.